Imagen del escritor y artista plástico trujillano Edward Maldonado |
Tres textos: El Arquitecto Universal,
La Permanencia de la Humanidad en el Universo y un poema*
I
El Arquitecto Universal
No me considero antiteista,
porque el concepto Dios es enorme y en sí encierra todos los
grandes misterios que siempre nos hemos planteado como humanidad, exista él o
no; sí me incomoda lo religioso porque la actitud de la mayoría de doctrinas de este tipo ha sido negar todo lo demás, y no pocas veces, y no sin arrogancia, se declaran poseedoras de la preferencia del Arquitecto Universal - si él creó a la humanidad entera, debe estar despojado de cualquier "instinto humano" por ser superior en muchísimos sentidos a nosotros, por lo tanto la idea de un grupo de favoritos entre tantos y tantos humanos sería absurda, porque él está por encima de nuestras ineludibles subjetividades; él está por encima de nuestros modos de ser y
percibir y le debemos parecer pequeños seres arrogantes y muy desorientados: entre buenos y malos, congruentes e incongruentes, quienes van a misa cada domingo y los que no, al Arquitecto Universal poco le debe importar si con nuestros actos lo alabamos... ¡por favor, se supone que creó al universo entero! Ego y Dios parecen ser conceptos diametralmente opuestos. Se dijo en una conversación entre mis amigos una vez: “Dios no
necesariamente nos ama, pero sí nos comprende".
En el fondo
toda vertiente del pensamiento humano, toda cosmovisión es aguda y profunda, a su manera, y
cada una es producto de las circunstancias sociales e históricas específicas que la originan, y cada
una libera al aire su perspectiva sobre de lo divino y lo humano al que quiera
oírla. El problema es querer imponerla a otros. Mi conflicto
con el dogma es la actitud impositiva y determinista que posee, la de limitar
todo cuanto existe a una fórmula, y no matemática, cuando en realidad, como
dijo el poeta Ramos Sucre, "la incertidumbre es la ley del universo".
Cuando empecemos a proponer, a aportar, en vez de imponer, se podrá
llegar a un equilibrio humano casi utópico. Todos cabemos acá y nuestros logros deben inspirarnos globalmente y todos nuestros
errores, enseñarnos. Grande no es el humano infalible, porque ese no existe, sino el que aprende del error, el que lo ve de frente sin avergonzarse.
El fin humano debería ser conocernos como especie en un universo que cada
segundo se hace más y más grande; y el de nuestras ciencias y religiones,
describir el trabajo del Arquitecto Universal para así
fascinarnos de su grandeza, incomprensible para la humanidad, y admirarnos de la realidad que nos regala; cada
una a su estilo, ciencia y religión, desde su visión objetiva o no: acá no debemos olvidarnos del arte, que puede fluctuar de una a otra, o simplemente prescindir de ambas para hacer lo suyo. Y es que no hay nada más humano que la diversidad; y en reconocer esa diversidad está la
solución.
II
La Permanencia de la Humanidad en el Universo
La permanencia de la humanidad en el universo depende de cómo nos
preparemos para ello; en este momento, en que por ahora nuestro planeta nos
aguanta, debemos aprovechar de conseguir el modo de superarnos y pensar en la
especie, en lo que nos está por venir inevitablemente, por los vientos que
soplan, porque, no es juego de fantasía, nuestras futuras generaciones nos
deben preocupar. Busquemos, conozcamos, permitámonos curiosidades
trascendentales: pensemos en el origen de Dios, del lenguaje, en la ilimitada
utilidad de las matemáticas... Construyamos el conocimiento para nosotros
mismos, humanos, como con tanta complicación lo hemos venido haciendo (aunque
ya es hora de superar estas complicaciones). La verdadera riqueza está en aportar y propiciar
el progreso, el protagonismo es secundario: el individuo perece, la humanidad
no (si esta lo permite). Nosotros podremos no ser el
próximo Einstein, por usar un nombre popular, pero más probablemente sí podemos inspirarlo.
Recordemos: tenemos el tiempo de la humanidad para conocernos y realizarnos, pero sólo el tiempo de la
humanidad.
III
La verdad
de a poco no hay sensibilidad en
esta piel
La lentitud del progreso y la
igualdad
encandilan en miseria y sin
rastro de la otra cara
¿Vivimos en una situación
unilateral de desesperanza?
La conciencia es el lujo de las
mentes ignoradas
la indignación el valor del justo
la barbarie el orgullo del que
domina
Al fin y al cabo
el arma elimina sin rodeos
Si
la palabra y el pensamiento son
peligrosos
pero no filosos ni de efecto
inmediato
como las balas o el
estrangulamiento
Matar al pensamiento e imponer la
brutalidad
parece
es nuestra selección natural
Si la humanidad está destinada a
perecer
es gracias a la humanidad
Valera, Trujillo, 2015
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