Escultura del Museo-Trapiche "Los Clavo", Boconó, Trujillo, Venezuela |
“Mula que piensa bota la carga…”
No
es lógico destruirnos en nombre del creador. No es lógico atacar al otro en
nombre de quien declaramos es el principio del amor.
Es
completamente incongruente vociferar las verdades universales cuando en los
textos sagrados que sustenta a esas verdades se apela por la humildad.
Es
crueldad detectar los males sociales, mencionarlos en público y reafirmárselos
a las víctimas sedientas de alguien que les entienda, para luego querer dar
órdenes y decidir licitaciones públicas a dedo.
El
pueblo "es muy sabio" pero muy noble -¿o sólo es ingenuo? ¡Qué increíble este mundo que hace de la
nobleza algo contraproducente! Sólo anhela trabajar con dignidad y vivir en una
estabilidad cotidiana, para descansar y sonreír con los suyos, nada
más. “Un corazón grande se llena con muy poco”, dijo Antonio Porchia, y es por
eso que la ambición material es exclusiva de los de corazón insuficiente, limitado. El
pueblo se enfrenta a todas las dificultades y al final consigue siempre sobrevivir,
no sin muchas bajas, pero lo logra. El pueblo dice “mula que piensa bota la
carga” pero si la bota… el dueño de la carga hará lo imposible para hasta del
suelo despojarle. Por eso muchos piensan y aun así no la botan; de ese modo es
que se llega a vivir humillado, resignado… Qué hermosa nuestra terquedad, todavía
no pocos tienen esperanzas reservadas en la alegría para sus hijos. Es
paradójico que lamente la demasiada nobleza en el pueblo, porque la sencillez
del alma es el más valioso de los dones, pero esa nobleza la han erigido como
espacio de acción idílico para zánganos y parásitos.
“… del
pueblo nos olvidamos en la oportunidad”, me rondaba en la cabeza esta frase no hace mucho.
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