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Uno no necesita lo que no conoce

Uno no necesita lo que no conoce. ¿De verdad uno no necesita lo que no conoce?

Aunque en Trujillo se come un muy buen ají picante, esa sensación al comer nunca me atrajo —a menos que hablemos de esos vegetales picocitos con que daban a acompañar las deliciosas empanadas de Takiko, cerca de mi casa, subiendo a La Puerta. Ahora, a casi seis años de haber emigrado a México, no puedo comerme una arepa sin unos chiles en escabeche o curados que aprendí a preparar, y en mi despensa no falta chile serrano, jalapeño, huajillo, pasilla, chipotle... Y un mango o una naranja con chile piquín... ¡Sabor glorioso! No necesitaba ese sabor hasta que lo conocí, sencillo, y ahora que lo conozco... Creo que ya fui claro al respecto. 

Las sensaciones, las emociones, son también experiencia epistémica. Positivismo, lo siento.

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Desde muy niño me pregunté por qué si las religiones cristianas —por parte de mi padre me encuentro como adventista, por parte de mi madre, católico— seguían a un mismo revolucionario de la espiritualidad judío, se atacaban entre sí, en vez de unirse y llevar a cabo la misión de amor que este personaje ¿histórico? encomendaba. Nunca he visto, particularmente a los católicos, muy interesados en saber lo que la famosa Biblia dice... y a no pocos protestantes, preocupados por aplicar en sus vidas la humildad que aquel judío pregonaba. Total, si hasta ahora han podido vivir sin necesidad de conocer la base teórica de su moral, los unos, y sin conocer verdaderamente la humildad de aquel Cristo, los otros, no hay ningún problema. Uno no necesita lo que no conoce. ¿O si? 

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"La corrupción se acabó, el neoliberalismo rapaz que nos empobrecía ya está vencido", dice un hombre que apoya apasionadamente a un gobierno que acaba con apoyos públicos que iban dirigidos a los más necesitados, a artistas y organizaciones sociales, y aparentemente hace, ese gobierno, lo imposible por "ahorrar" el dinero de una nación. "Al fin un gobierno que no engaña a su pueblo". No es necesario saber qué es y en qué consiste el neoliberalismo, porque se puede vivir sin ese conocimiento. ¿O no? 

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El comercio es lo suyo. Dale lo que sea y lo vende. Leer historia, literatura, publicaciones científicas, son de pereza, y no son necesarias cuando se tiene labia para vender, vender lo que sea. Leer no es lo suyo. Sobre el coronavirus, dice, se contagian los que más miedo tienen, por eso no usa ni usará cubrebocas —al parecer es muy valiente; estarle diciendo a los niños que se laven las manos una y otra vez es meterles el miedo que los terminará infectando, dice. Lo suyo es vender, vender lo que sea, porque en el dinero posa sus certezas y seguridades. Y para vender no se necesita saber de historia, literatura ni nada de esas cosas científicas; se puede vivir con dinero en el bolsillo, sin consciencia de la historia, de la ética, y a la vez ser un buen comerciante. Se puede vivir perfectamente bien del comercio sin preocuparse, sin ser del todo consciente, del estado de la cultura que está sostenida por esa economia en la que tanto le gusta participar. Total, para qué saber de historia, literatura, ciencia, si uno no necesita lo que no conoce. ¿O si? 

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