Ir al contenido principal

Reacción a "Entontecimiento a fuerza de repetición" de Danilo Kiš

Entontecimiento a fuerza de repetición de Danilo Kiš, es un texto que ha movido mis emociones y mi situación histórica: siempre leí sobre exiliados políticos pero nunca imaginé ser uno. Al salir de Venezuela pensé que todo mundo comprendía lo que hemos vivido los venezolanos, pero no, me he encontrado con descalificaciones como "los venezolanos no entienden el socialismo", burlas, invitaciones a "grupos de debate" que ocultaban intenciones de humillarme en público (que por fortuna rechacé a tiempo), y la típica "no creo que en Venezuela esté pasando eso" o "ya sé, tu país está así porque Chávez y Maduro son revolucionarios y no se doblegan ante los gringos"... Palabras más, palabras menos. 
El estilo de la "izquierda" que domina en América Latina es el estalinismo (recuerdo en el cuento La santa, de G. G. Márquez, amigo de Fidel, a un personaje decir, parafraseándolo, que los estalinistas se caracterizaban por negar la realidad), que es una resemantización o sustitución (nunca una superación) de la más rancia actitud maniqueista de lo peor del cristianismo o fundamentalismo religioso, lo que sin duda molestaría y avergonzaría a Marx a más no poder: la total dignidad humana era su anhelo, y una simple lectura de El Manifiesto lo evidencia. La Unión Soviética, y pido perdón por la ruda expresión que usaré, fue un asco, la Venezuela chavista-madurista es un asco (no es un mito la existencia de un fascismo de izquierda), hasta más que las anteriores y tóxicas épocas neoliberal, “democrática” y dictatorial, y no se debería poner en duda a estas alturas (mi abuela paterna, siendo trabajadora de la limpieza en CADAFE-CADELA, actual CORPOELEC, la equivalente venezolana de la CFE mexicana, le dio estudios universitarios, casa propia y viajes al extranjero a mi padre y a mi tía, entre la década del 70 y 80). Un buen sistema, se supone, crea prosperidad, satisfacción social y ¿quién va a huir en masa de la prosperidad y la satisfacción social? Hoy día más de cinco millones de venezolanos hemos emigrado, cuando en mi país no llegábamos a los treinta y un millones de habitantes.  En Cuba no hay bloqueo total (el que tiene dinero encuentra de todo), hay un embargo económico por las empresas extranjeras que fueron expropiadas por el gobierno “revolucionario”, por ejemplo, pero persiste la idea romántica de un Fidel Castro humilde, que nunca vivió entre lujos y privilegios. En mi país se puede hablar de bloqueo pero sólo desde el año pasado, 2019; lo que sí hay es sanciones a personajes específicos del gobierno de Maduro, desde antes del 2019, y a esto lo han querido camuflar como un bloqueo auspiciado por Estados Unidos, para librarse de la responsabilidad de admitir que el desastre económico y humanitario que se padece en nuestro territorio es culpa directa y exclusiva del mismo gobierno “bolivariano”: parece que Maduro y quienes lo rodean quieren hacerle fácil a los estadounidenses el conseguir argumentos para una intervención extranjera, no me canso de decirlo, lo que termina dándole “credibilidad” al famélico presidente interino Juan Guaidó, protegido del nefasto Donald Trump. Y quien paga la cuenta siempre es el pueblo. 
En una ocasión un personaje se ofendió extremadamente porque le dije que su visión de Chávez era idealizada (lo consideraba un hombre íntegro, ético… todo por su discurso “antiimperial”) ya que prácticamente todo venezolano de cualquier tendencia política lo reconoce hoy día: Chávez era un hombre de gran ordinariez (habló en televisión abierta, en cadena nacional de radio y televisión, de un ataque de diarrea que padeció en la inauguración de una obra; hizo proposiciones obscenas a quien era su esposa un 14 de febrero, "esta noche te doy lo tuyo…") y un demagogo incurable, y este personaje, el ofendido por mi observación, pasó de inmediato a descalificarme y a desautorizar mi opinión sobre mi país, dando a entender que la visión de él era más comprometida, pero al momento de yo querer opinar sobre la política mexicana espetó un "tú no puedes saber porque no eres mexicano" (aunque ya tenía yo casi 4 años ininterrumpidos acá, tratando de absober lo más posible sobre la historia del país de mi esposa y mi hijo, país que me ha dado cobijo, aunque este personaje nunca había visitado Venezuela, por lo que todo lo que sabía sobre mi país era mediado). No sé si sonaré cursi, pero es demasiado frustrante esta situación de que al ser crítico de esta izquierda falsa, resentida, criminal, vengan otros a querer imponerme la etiqueta de pro-gringo, reaccionario, ignorante de su propia situación histórica, de no entender al socialismo: la típica falacia ad hominem y hombre de paja... Citaré el texto de Kiš que generó en mí estas emociones: 

"El director de cine soviético Paradzhánov no es ideológicamente inadecuado, sino un pederasta, un traficante de divisas y de drogas; Solzhenitsin es Solzhenitzer (y  por lo tanto no es ruso, no es uno de los nuestros) y, por supuesto, está al servicio  de potencias extranjeras […] En mi caso concreto […] según la acusación de mis  denunciantes, un delincuente cuyos libros publican editores estadounidenses  sospechosos, políticamente inadecuados, a lo que había que sumar que yo, según  ellos, había hecho declaraciones políticamente dudosas a periodistas  estadounidenses, menospreciando a mi país, etcétera". (p. 16-17)*. 

Pido disculpas por el tono de mi texto, que más bien se acerca a una descarga emocional, personal, mas el corto pero pesado ensayo de Danilo Kiš me ha atravesado profundamente (la manera en como se descalifica a quienes criticaron a la ideología y gobierno de la Unión Soviética, con los ejemplos de admirables personajes que menciona en este corto texto, me es familiar), y tengo tanta rabia de ver que el mundo entero parece irse con uno u otro bando en el poder, cuando a ningún bando, a ninguno, le interesa la humanidad, sino el poder. En este globo no hay buenos y malos, y aunque esto se supone que es un axioma, hoy más que nunca hay que seguir repitiéndolo: en el mundo, en las esferas del poder político, económico y hasta cultural, sólo hay intereses, y nosotros estamos en medio del fuego cruzado; si no vemos esto, padecemos, como suelo decir, el síndrome de Estocolmo. La necesidad infantil de pertenecer a un bando poderoso nos está destruyendo, y nos va a destruir irremediablemente. 
Quisiera tener el optimismo de Žižek, de que esta pandemia que padecemos en tiempo real derrumbará al capitalismo y al neoliberal individualismo caníbal-egocéntrico que tantos confunden con un método para el éxito, pero esto, sólo, creo yo, acentuará las polarizaciones y desigualdades existentes. Y repito, el pueblo, la gente, la mayoría de la humanidad es la que paga, y seguirá pagando. A las élites y sus bancos, neoliberales todos, los salvará por siempre ese Estado que tanto odian y que descaradamente quisieran desmantelar a favor de un mercado que nada tiene de libre. 
Antes de emigrar pensaba “a Venezuela no le va a pasar lo que a Cuba, la gente no lo va a permitir", por eso me rehusaba a salir (mi madre dispuso del dinero y tramitó el boleto de avión a mis espaldas, lo cual le agradezco) pero el mundo da muchas vueltas, muchas, y el futuro, visto como un túnel, no tiene una luz alentadora en el fondo. 
Arriesgándome mucho al afirmar lo siguiente, siento que Danilo Kiš entendería muy bien mi situación emocional, histórica, ideológica… y mi profunda empatía con la idea de entontecimiento que él denuncia; y creo que también lamentaría que su “proceso judicial y polémica” sigan sirviendo al propósito que declara al final del texto (lo lamentaría porque no se ha superado este entontecimiento): “detectar en el espectro social y sociológico de nuestra vida la presencia de este color violeta oscuro” (p. 17).

18 de abril de 2020

*Danilo Kiš. 2017. Homo poéticus. Acantilado. España.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Acoso

La verdad es que yo, como estoy seguro pasa con la mayoría de mis congéneres, no conozco lo que es el acoso. Es más, soñaba de adolescente con que me persiguieran las chicas. Esto hoy día, lo encuentro tan revelador sobre lo que no he vivido y que otras personas sí, como elocuente sobre los prejuicios tan internalizados que tenemos como individuos sociales. 

Monólogo del emigrante venezolano

Escultura por Bruno Catalano Monólogo del emigrante venezolano Me voy del país y aun no me lo creo. Es que ya tiene fecha el vuelo, y no me lo creo. No he preparado nada para ese viaje porque… no me lo creo, no lo acepto… Siento que es tan absurdo esto de irme de donde pertenezco, me inquieta pensar que este ya no será mi clima cotidiano, que voy a tener que aprender nuevas direcciones, que la forma de ser, de hablar… y hasta de mirar de las gentes no va a ser la que conozco; nunca hubiese comprendido lo que es sentir que voy a extrañar a esos extraños de la calle, esos que no conozco pero que  son  los de mi calle; esos, que como yo, no tienen sino cédula de identidad en vez de pasaporte. Ahora yo voy a tener pasaporte. Visa, no sé cuándo. Los planes que tenía acá ya no existen, porque los planes no se quedan o se trasladan a ningún sitio, ellos se dan o nunca existieron… Me voy y no puedo creerlo, me duele, tanto… Siento que dejo el amor, mi trabajo, mis pasiones… mis amig

Discursos de odio, desinformación, y redes sociales: asuntos de supervivencia y justicia

¡Al fin hago un reporte en Facebook sobre discursos de odio, y me hacen caso! En una publicación desinformada sobre la comunidad LGTB+, llena de seguidores de la desinformación, entre tantos mensajes destructivos y sesgados, uno de ellos resaltaba: mostraba en un meme la foto de Hitler, invocándolo para "solucionar un problema" sobre dicha comunidad, siempre conocida, siempre ocultada, mas, actualmente, bastante bien estudiada científicamente. Con sólo rasgar un poco en el catolicismo más reaccionario, en el protestantismo más ciego, y buena parte de la izquierda que parece que no sabe que es conservadora, como la estalinista y maoista, podemos llegar al principal sustrato de su política social y económica, que es ambidiestra: el autoritatismo, la erradicación cognitiva de contrastes y matices, el pensamiento único, que no es asumido por los más brillantes, de paso, sino por los más egoístas. No existen gobiernos "progres" persiguiendo el cristianismo ni a quienes s