La afición a las armas y la ética implícita en ese mundillo —porque esta afición es una estética—, me parecen, en el contexto sur y norte americano, para no ir más allá, además de reprobables, peligrosas, un sustrato ideal para que ciertos individuos se sientan con poder y se destruyan entre sí o a otros, por razones fútiles. Hay algo en las armas, que modifica la personalidad de muchos que las portan.
Quien tiene un arma está dispuesto a usarla, y en sociedades como las nuestras, con individuos inconscientes de las psicosis que en cualquiera se pueden generar o padecer, el porte de armas, así esto sea ilegal en muchísimos países —ya podemos ver lo que el porte legal de armas hace a una nación—, es pan de cada día.
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