Se me ha puesto a pensar sobre la existencia de dios estos últimos días, algo que me parece no lleva a ningún lado, y a lo que no le he dedicado tiempo, hace muchísimo tiempo. Pero somos necios, somos humanos. Y el papa apareció en silla de ruedas.
La estadística nos ha hablado en repetidas ocasiones sobre la ineficacia de la oración o el rezo en la realidad material –aunque como recurso que estabiliza la salud mental de quien ora o reza, sí hay resultados palpables y favorables, aunque lo mismo sucede con ateos y agnósticos cuando meditan, lo cual efectivamente abre un campo de debate filosófico tremendo. Bueno, algunos pensadores y filósofos desde hace mucho dicen que dios o los dioses se apartaron de la realidad al crearla, lo cual es igual a que no exista, porque sí, está, pero en otro lado, y como recuerdo decía mi amigo Juan P. cuando ya salíamos de la adolescencia: dios existe, pero no tiene nada que ver con nosotros.
Pero concibo otra posibilidad —aunque yo voto por la inexistencia: el dios que existe, de existir, es muy distinto (también puede que se lo inventaron) al que las corruptas religiones le han vendido a la humanidad.
¿Y si estamos buscando a dios, o eso que llamamos dios, en el lugar equivocado?
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