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Lo que nos sirve para el pensar y el hacer

 A aquellos que cuidan de quienes cuidan, y están allí, porque cuidar es resistir, y resistir es apoyarse. Gracias, sólo ustedes saben y conocen


La mayoría de las veces no estamos en la posición que nos permite poseer la información mínima necesaria para formular hipótesis plausibles. Pero otras veces sí, ya sea en el ámbito académico, artístico y hasta cotidiano. Todo lo que nos sirve para el pensar y el hacer, desde amarrar el cordón de un zapato hasta la comprensión de la física contemporánea, es objeto de conocimiento, por lo tanto, tarde o temprano, es útil.

Cuando usted ha estado en contacto con algún fenómeno específico, y se encuentra con que otras personas formulan juicios respecto a eso mismo que usted conoce, y son imprecisas al acercarse al fenómeno en cuestión, usted no se va a sorprender porque usted sí posee un mínimo de información concluyente, y así puede deducir en principio dos cosas: esas personas no poseen la información suficiente para acercarse a la verdad del fenómeno, o actúan de mala fe. 

Las motivaciones para la segunda cuestión pueden ser variadas e imprecisas, pero no son inocentes; la primera cuestión es un estado cognitivo que puede cambiar en el tiempo a través del despliegue de más información. El problema surge cuando el sujeto ya en posesión de la información suficiente para conocer, no cambia su estado. Que existan condiciones orgánicas que limiten la cognición, ya es un campo de acción y pensamiento especial, además de diferenciado del que nos interesa en este momento. 

Esto hace que nos formulemos varias preguntas: ¿Cómo medimos nuestras certezas, al no existir una unidad de referencia natural de la verdad? ¿Cuándo es suficiente información? ¿Qué sucede con la, digamos, "sensación de conocimiento" que se experimenta en la ignorancia, y que describe el efecto Dunning-Kruger? ¿Por qué poseer información mínima necesaria no es garantía para cambiar el estado cognitivo del individuo que desconocía? Acá, parece que estamos más en el terreno de lo ético, el mismo en el que se hacen evidentes las uniones epistémicas entre ciencias sociales y humanas, y las naturales. Admitir, con las evidencias, la información mínima concluyente en mano, que mis conclusiones no eran plausibles, es lo que el método científico espera que hagamos: el método científico es también un sistema ético, porque conocer (el conocimiento revelado es una fantasía) es un producto de la voluntad de verdad y de acción de los individuos. 

De esta insoslayable unión epistémica de las ciencias, surge una necesidad de acción que intuitivamente podría ser solución para no pocos problemas de orden social, político y económico. 

En palabras que Simón Rodríguez formuló hace más de dos siglos: "Al que no sabe, cualquiera lo engaña. Al que no tiene, cualquiera lo compra".

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