No sé si indignación, vergüenza ajena, o una gracia causada por lo irónico que es el descaro, es lo que me ocasiona el leer lo que dice el Granma sobre las acciones del Colectivo San Isidro en Cuba: "un nuevo show, instrumentado desde Washington y Miami" [...] "forma parte de los planes de subversión contra Cuba".
Los que somos venezolanos, exiliados o no, o quienes vivimos en carne propia la debacle social, económica y política (y sus implicaciones éticas y morales) de Venezuela, este tipo de discurso no nos es extraño; y es que el gobierno de Venezuela, desde que el difunto Chávez salió del closet socialista (recuerden que en el 98, en su campaña a la presidencia, tildaba de dictadura al gobierno de Castro) ha asumido esta "estética" propagandística. Y no es casual, ya Hannah Arendt nos habló de esto hace casi setenta años: las tiranías son locales, el totalitarismo busca desdibujar las fronteras, para que el terror, el dominio sea, precisamente, total.
Cada vez que oigo que Venezuela debe resolver sus "propios" problemas, alegando al derecho de las naciones a la autodeterminación, no me puedo sino lamentar de las terribles contradicciones implícitas en este alegato más que ingenuo: quienes suelen decir esto tienen en su mente y en sus labios, no sin razón, debo admitir, las incontables y brutales intervenciones estadounidenses en también incontable cantidad de países al rededor del globo, pero, al parecer ignorando la existencia de sesgos ideológicos y de confirmación, obvian selectivamente que Rusia, desde la URSS, China, y en nuestro particular, Cuba, tienen un comportamiento no similar, sino idéntico al imperialismo que no dejan de balar, apoyados por una ética sintética, sustentada sólo con palabras y un idealismo de bar.
Recordemos que el totalitarismo según Arendt, y el fascismo según Eco, no son sólo de derechas.
El discurso muy del gobierno cubano de "terrorismo orquestado desde Washington" con el que atacan y difaman a quien se atreve a criticarles, es también el discurso del gobierno venezolano: con él Maduro ha pretendido camuflar las sanciones estadounidenses a él y a personajes específicos de su gabinete y entorno, de bloqueo contra el pueblo venezolano, aún cuando este no empezó formalmente hasta el 2019, lo que significa, aún cuando siempre ha sido evidente, que el desastre venezolano es exclusiva responsabilidad del gobierno chavista, que es una extensión del gobierno cubano. Dicho esto me pregunto: para los que adoran el cursi y falaz discurso del gobierno cubano ¿el que estos tengan no sólo sus narices, sino su cuerpo entero en el aparato estatal venezolano, no es una muestra de intervención extranjera en un país soberano? ¿Cómo en esas condiciones puede una nación asumir su autodeterminación? Critican las intervenciones estadounidenses, pero dicen salud y chocan sus vasos de ron cuando Cuba lo hace. El problema no es tu creencia, sino lo congruente que seas con ella, dice mi esposa. La ideología, como la religión posmoderna que es, adora las verdades a medias, las que le convienen, y a estos adoradores y a sus ídolos se les debe llamar por sus nombres: hipócritas, corruptos, terroristas, totalitaristas.
El totalitarismo de "estética" estalinista (y claro, no sólo este) es un problema global, no local. No puede haber autodeterminación cuando el terror es total. Por eso cuando leo lo que los aparatos ideológicos cubanos y venezolanos dicen sobre quienes los enfrentan, no puedo sino reírme, con un halo de rabia que se me escapa por la comisura de los labios.
Que a un colectivo artístico como el San Isidro se les acuse de "terroristas", que a sus manifestaciones las tilden de falsamente pacíficas, a la vez que los reprimen, los atacan y envenenan con ácido, los secuestran, me digo ¿esa ética irrefutable a priori de quienes se dicen socialistas, los exenta de ser asesinos, terroristas, mentirosos, aun cuando asesinan, infunden terror y difaman a quien no quiere perder su dignidad? Es el doble pensar orwelliano en su máximo esplendor.
Lo lamentable es que estas acciones cínicas del totalitario gobierno cubano serían nada si tantos intelectuales, artistas, y hasta futbolistas, no se hicieran eco de este discurso desde sus países y libertades capitalistas, que los mantienen como parte de minorías privilegiadas, minorías "rebeldes" que no cambiarían sus comodidades, sus flamantes escritorios y computadoras, por compartir habitación o la guagua con los hermanos cubanos de a pie, entre los que destacan los valientes del Colectivo San Isidro.
Y si las acusaciones de financiamiento estadounidense fuesen ciertas, ¿no sería de esperar que las aceptaran? El fascismo de izquierda ha llevado a tantos a la miseria, a la indignidad, que no sería extraño que el individuo, en su muy natural necesidad de justicia, aceptara la "ayuda" de aquellos que, aunque fascistas también, enfrentan a quienes le han arrebato su libertad. Recordemos que la URSS de Stalin fue aliada de Gran Bretaña y Estados Unidos en la segunda Guerra mundial.
Nunca he recibido un dólar de nadie por criticar al gobierno cubano-venezolano, y todos quienes conozco que lo hacen igual que yo tampoco han recibido financiamiento alguno: todo lo decimos porque hemos vivido ese terror, porque somos víctimas de esas mentiras, no por otra cosa. Y eso tampoco significa que apoyemos las políticas estadounidenses.
Recordemos: la difamación, venga de donde venga, nunca será inocente y nunca nos dejará sin consecuencias.
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