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A propósito de la candidatura de Juan(cho) José Barreto González como gobernador y la Casa Libre: breves anotaciones sobre política, voluntad, amor y valentía

Juan(cho) José Barreto González, profesor universitario, ensayista, poeta y candidato a la gobernación del estado Trujillo 


I
Me preocupa el amor, ese único amor del que me puedo hacer cargo, porque no es otro sino el que burbujea en mi. Para mí el amor existe como un fenómeno incorpóreo, mas él se sustenta en otros cuerpos distintos al mío, unos vivos, otros telúricos: la mujer con la que a diario me duermo, ese pequeño que me dice papá, mis padres, mis amigos, la tierra por la que hoy día entiendo lo que es la nostalgia, esta otra que me hizo padre... En todos esos cuerpos se sustenta el amor que experimento. Amor, eso que no necesita concretarse para sí mismo, pero que identificamos en cuerpos que nos han sido y nos son próximos, justifica lo próximo a lo que debemos aspirar como animales sociales y políticos que somos: el amor justifica la salud de los cuerpos, y la firmeza de la tierra que sostiene nuestros recuerdos, nuestras casas, nuestras aspiraciones. 

Es por eso que hoy estoy convencido de que rescatar el amor es un acto de resistencia política. 

II

Los invito a mis tres casas: en una duermo y está hecha de concreto; otra se llama Trujillo y se sostiene en mi a punta de nostalgia; y la tercera se llama voluntad y es portátil y dicotómica, porque siempre quiere dirigirse a la luz, y no repara en darle la espalda a la oscura demagogia y sus dogmas. Las tres me hacen pensar la libertad como una arista de la responsabilidad. No puedo ser libre sino soy responsable. 

Es por ello que la Casa Libre, desde lo ontológico y teleológico, nos sugiere que la revisión del individuo pensado socialmente, y el alcance de sus actos, sean primordiales para la recuperación, o para mejor decir, construcción y reconstrucción de lo que podemos ser y tener, y así esa revisión esté sustentada desde este nuevo empezar, por la voluntad de superar el libertinaje que nos ha dejado este sabor a final. 

Pensando en Camus, no deseemos la destrucción de nuestro cuerpo y su respectiva consciencia, ya que sustenta el amor de segundos y terceros, y nos permite hacer, sentir, proyectar... no nos entreguemos a dogmas ideados ad hoc para beneficio de unos pocos, sino que a partir de nuestra sed de libertad darnos sentido, darle sentido al cuerpo vivo, al cuerpo telúrico, un sentido que a partir del amor que en cada uno burbujea, nos dará un objetivo común: el restablecimiento de la Casa de todos. 

III

Hablo con Juancho Barreto y no puede sino sorprenderme, entusiasmarme. 
Esa ausencia de miedo, y esa actitud no de provocación, como dirían los más predecibles, sino una voluntad de dignidad, de libertad, de respeto y futuro, me animan, porque aunque él sólo habla de frente, bien sabe y sabemos que los cobardes callan y atacan por la espalda. Mas, necesitamos que no sólo él hable de frente. Y de eso trata su movimiento Casa Libre: un movimiento de muchos, no un proyecto que busca pescar en río revuelto. 

Sin ánimo de adularlo, ni de dibujarlo sin ser fiel a su ser, lo que leo de él en diarios, en redes sociales, lo que me dice directamente a mi, siento, es lo que le urge a nuestra tierra. Porque aunque él solo no puede darle solución a todos los problemas que nos aquejan como venezolanos, como trujillanos, producto de la irresponsabilidad y la mentira fácil de quienes han saqueado todo fuera y dentro nuestro, él sí puede ser un vehículo por el cual la tierra de Briceño-Iragorry, cuerpos vivos, cuerpo telúrico, se una en amor y voluntad y deje atrás ese sabor a final que nos ha invadido, y vea con ánimo que los días nuevos nunca han cesado de llegar. 

Si queremos ver nuevamente a nuestra Casa Libre, no hay más solución que unirnos. 


México, septiembre de 2021


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