No uso el lenguaje inclusivo, porque no es mi costumbre, y no convivo, por ahora, con personas no-binarias (vivo en un pueblo en el que los hombres se avergüenzan de tratar con decencia a sus mujeres, eso sí), pero no me opongo a él, porque el habla responde a las necesidades tanto de grupos como de individuos, por eso se habla de, valga la redundancia, arbitrariedad en el habla, contrapuesta a la norma de la lengua (una de las famosas dicotomías de F. De Saussure), porque si no, la lengua no se dinamiza, y termina excluyendo necesidades que quizá no sean generales, pero que si bullen en una persona, deben ser tomadas en cuenta.
Los que critican el lenguaje inclusivo porque "daña la lengua", seguramente no deben hacer chistes a partir de significados que no correspondan con sus significantes tradicionales, también deben ser obsesivos con la pronunciación de acentos, son expertos en etimologías, y lo más probable, deben poseer un repertorio lingüístico que Borges envidiaría...
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